Desde la salida de la Vendée Globe, varios marinos han tenido que subirse al mastil

Vela

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Trepar al mástil es un ejercicio peligroso que los marinos odian especialmente. Pero a veces no hay más salida que subirse a las alturas. Sí, altura, porque la cabeza de un mástil de un 60 pies IMOCA se encuentra a unos treinta metros de altura (29 metros hasta la punta). Los sistemas de hook tienen grandes ventajas pero en contrapartida pueden obligar a los patrones a subir con más frecuencia al mástil de lo que desearían. Para ello, los marinos han adoptado sistemas basados en la práctica del alpinismo, con la ayuda de bloqueadores instalados en una driza tensada.

¿Por qué odian tanto este tipo de ascensión? Primero porque es peligroso, pero sobre todo es un ejercicio que requiere de importantes recursos físicos. Sobretodo a nivel de piernas, que hacen un gran esfuerzo a la hora de apretarse contra el mástil. Igualmente el arnés puede cortar la circulacións sanguínea. Sin olvidar que una reparación puede durar varias horas (dos horas en el caso de Jean-Pierre Dick) y que el barco sigue su ruta durante este tiempo. Una vez abajo, los acróbatas del mar necesitan varias horas de recuperación. El rostro de Jean-Pierre Dick, tras efectuar la manipulación, es la ilustración perfecta de ello.

Uno de los peores recuerdos en el mar de Bernard Stamm es justamente una ascensión al mástil durante la regata Around Alone en 2002/2003. "Monté en lo alto de mástil con el telecomando del piloto. Había un dispositivo que al alejarme del barco ponía el piloto en parada. No funcionaba realmente bien y al subirme al mástil el piloto creyó que me había caido al agua. Puso la caña en la esquina y el barco se tumbó. Me encontré de golpe en lo alto del mástil con los pies en el agua", cuenta el patrón suizo de Cheminées Poujoulat. Un mal recuerdo que le ha venido a la memoria de su reparación en el Atlántico Sur hace algunas semanas.

Grégoire Duhourcau

© J. Renedo/ACCIONA