El culturismo se entrena con cabeza

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La evolución se convirtió en realidad para el culturismo cuando se empezaron a realizar las rutinas divididas y el sistema de sobrecarga. Estos dos principios lograron romper las cadenas que habían restringido a los culturistas hasta entonces, y los consiguieron lanzar al crecimiento a unas velocidades explosivas.

Con este proceso se logro que contempláramos el deporte con razonamiento analítico y sacáramos al culturismo del simple entreno instintivo para conducirlo hasta el entreno científico.

Hasta los años cuarenta los principios de sobrecarga los usaban únicamente los halterófilos que intentaban romper records y conseguir títulos. Hasta cierto punto, los levantadores de pesas utilizaron la Rutina Dividida: trabajaban el Dos Tiempos un día, la Arrancada, al otro y el press militar al tercero. Las series y repeticiones eran completamente distintos de las que los culturistas precisaban para crecer; los halterófilos entrenaban para lograr fuerza y potencia; los culturistas para potencia y tamaño muscular.



El Principio de Sobrecarga, nos permite incrementar la intensidad de entrenamiento, algo esencial para conseguir potencia y tamaño muscular.

La Rutina Dividida, cuando se combina con los beneficios del entrenamiento de sobrecarga, nos permite aplicar la intensidad óptima a todos los grupos individuales sin destruir la capacidad corporal de recuperación.

Sin la presencia de esas dos técnicas de entrenamiento, no habríamos podido llegar a descubrir los conceptos de recuperación, márgenes de fatiga o ventanas del crecimiento máximo, todos los cuales podemos regular hoy con precisión. Estos dos principios con los únicos medios mediante los cuales un culturista puede progresar con seguridad hacia la obtención de sus últimos objetivos.