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El mundo del mar está rodeado de mitos y supersticiones, y en la Volvo Ocean Race no podían faltar

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El mundo del mar está rodeado de mitos y supersticiones, y en la Volvo Ocean Race no podían faltar

Incluso los más escépticos se ven afectados por esos detalles, objetos, acciones o números que, según los supersticiosos, acarrean mala o buena suerte. David Rolfe, timonel y trimmer de Team Sanya, es una de esas personas que, a pesar de no creer en los malos farios, ahora vive con cierta inquietud cada vez que ve su camiseta con un número cuatro en la espalda. “Nunca he sido supersticioso, pero ahora no sé qué voy a hacer”, comenta mientras empaqueta comida para la próxima etapa, precisamente la número cuatro. Nada más llegar a Sanya aprendió que en China el cuatro es el número de la mala suerte, al igual que el 13 lo es en Occidente. Incluso los hoteles de Sanya suelen denominar al cuarto piso como el 3a. “Pero bueno, voy a Francia y no como caracoles; voy a Escocia y no como haggis; así que ahora estoy en China y no me voy a tragar que el cuatro da mala suerte”, avisa el neozelandés.

Tampoco Martin Krite, tripulante de Groupama sailing team, se considera supersticioso, aunque jamás sale al mar sin una foto de su familia. Incluso el hecho de navegar a bordo de un barco verde, un color poco afortunado entre los marineros más supersticiosos, no le causa la menor aversión. “Somos franceses, hacemos todo al contrario que los demás; si los demás barcos fueran rojos, el nuestro sería verde”, comenta.

Precisamente el color rojo es considerado un talismán para siete de los tripulantes de CAMPER con Emirates Team New Zealand, que crecieron bajo la influencia de un marinero legendario que no salía al mar sin sus calcetines rojos: Sir Peter Blake. El proa del equipo, Daryl Wislang, reconoce que desde pequeño ha navegado usando calcetines del mismo color que su héroe, y ahora, con 29 años de edad, se encuentra compitiendo en un equipo cuyo uniforme incluye calcetines rojos. “No sé si se trata de una coincidencia, pero para algunos de nosotros es algo muy significativo; tiene que traernos buena suerte”, indica el kiwi.

Para el tripulante más joven de PUMA Ocean Racing powered by BERG, el proa y trimmer Rome Kirby, la suerte cuelga de su cuello: una cadena de oro con la figura de San Cristóbal, patrono de los viajeros. “La tengo desde que me la dio mi madre hace 12 años, y no recuerdo habérmela quitado en los últimos ocho”, reconoce. “Nos ha mantenido a salvo, así que en ese sentido está funcionando, pero necesito algo de suerte, así que creo que voy a tener unas palabras con él”.


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